miércoles, 1 de abril de 2009

Una más


Me encuentro especialmente prolífico hoy, con ganas de vomitar todo lo que me apetezca, canciones, letras, sentimientos, así que voy a escribir un poco más hoy.

Los días se suceden raudos, enfilados, con las partículas dañadas, dejando estelas en el tiempo, rocas como papel, piedras de colores como lápices, recuerdo congelado sobre el tiempo.

Abrir los ojos, buscar para cazar, destruir para sembrar, semillas de futuro. El paisaje, una vez vivo. El azar, la razón que marca una noche atrás. La necesidad surge de manera mística, casi natural. En el cielo, alguien sonreía, mudaba la piel, sobre todo, en los atardeceres.

La lluvia cambia el paisaje, aún siendo vivo. Comunicación plena, abierta, que deja respuestas latentes a una distancia considerable, aunque el tiempo no tiene afán.
Evolucionando, lenguaje, junto a una línea pensante y conciente, “sí, lo entiendo”, palabras que necesitan necesariamente transmitir los sueños. El diálogo ha nacido, y si no fuera así, la matemática del instinto, llena de cadáveres esta pequeña parte de la historia.

Alguna vez, la mistificación en el ritual tuvo una distancia para dos. El mundo se abrió, y el humano lo comprendió. Primeros movimientos para la conversación, y el resultado resultó ser de órdago, fundido en el fuego-ritual masticado por el alma, bullicio sagrado y encanto para el devenir.

Se transforma el paisaje, la lucha continúa. No es necesario dar especificaciones, la lucha continúa entre una palabra que no oye, y una especie que aparenta gritar, “mayoría perversa”, ¿y dónde queda el destino?

El conocimiento acumulado rompe su fuente, detonando amplitudes, cada vez más acomodadas a lo real, ya no más ritual. Poco a poco, el cauce que se desfogaba en colores, comienza a ser entendido, y al absorberlo, la especie se aburre, al entenderlo demasiado serio; las palabras han sobrevivido a la inundación.

En un momento delicado, el rumbo que se escoge permite sacudir la cabeza de falsos momentos razonables, realidades virtuales mágicas, “no, ya no hay de qué.”

Es bueno saber que una ligera parte de la historia se ha conservado. Y es bueno entender que no toda la palabra se puede acomodar en una hoja para leer.
Pero aquella que logra instalarse, y disponerse a dejarse leer, o tocar, como mejor le convenga, traerá una estela del tiempo, que permite el acceso a la voz milenaria de la especie histórica, en su fragmento espacial.

Se siente adentro, tanto como una voz viva que llamea, sin encender, pero con una tenaz posibilidad de hacerlo. Y el incendio, sabiduría, será la recompensa que tenga la especie, pero sólo algunos.
-¿Por qué no todos?
-Porque no todos leen…

La palabra suaviza el alma. La palabra comunica tocando. La palabra abre una puerta sin cerrar ventanas. La palabra habla. La palabra puede…decir…hacia adelante.

My dear dear Sara Lov


Mi amadísima Sara Lov, ex-frontwoman de los asimismo insuperables Devics ha vuelto a la carga con un puñado de canciones para animarme, hacerme llorar, desgarrarme el alma, gritar a mi corazón, y todo lo que se pueda imaginar de tan fantástica artista.

Los Devics siempre han sido parte de la banda sonora de mi vida, sobretodo en aquellos momentos más intimistas, entre las sábanas del lecho de un amor perdido, durante un paseo en un bosque celta, en los picos más abruptos de nuestro país... cuántos recuerdos...

ahí va su último video, para disfrutar en penumbra, y una copa de vino tinto en la mano, acurrucado en un sofá, recordando lo que pudo ser y no fue...

http://www.youtube.com/watch?v=x2OVAspLrX4

Pelirroja traviesa




Una vez leí algo así como:

"De querer a alguien a amar a alguien hay la misma diferencia que entre ser fiel a alguien y ser leal a alguien: Neuronas.

... Aunque hay veces que sobran."


Curioso que amemos a las personas equivocadas, o en el momento equivocado. Hoy he recibido una carta cuyo entero contenido no desvelaré, ni denunciaré a su remitente, pero que expresa entre otros sentimientos:

Quiero el frío por el que justificaba tu calor... Busco los aromas afrodisíacos para poder perderme en ti... Huéleme lentamente, soy la mora perdida en el bosque, tú eres la bestia que rastreaba la inocente gacela, pérdida encontrada, encuentros deseados, error de la fortuna...

Hazme tuya, eso es lo que soy, no me busques más allá de las fantasías de alfombras mojadas sin nadie más que tu imaginación.

Una sombra en la pared blanca de tu habitación. Juegos en las sombras. Sombras tuyas. Juegos en las sábanas. No quieras más de mí. Demasiados daños en la sombra...


Qué puedes decirle a alguien que se expresa así cuando piensa en ti. Cómo puedes sentarte frente a ella y mirarle a los ojos. Gritarle: ¿por qué no derribamos nuestros puentes hace años? ¿Por qué tratamos de reconstruir lo irrecuperable? ¿Es realmente irrecuperable? ¡Dioses paganos que miran por los hombres!


Parecía que era uno de esos días pasados de la vida repetitiva de ese ayer... Mismos despertares. Mismos sinsabores del desayuno de esta chica sola. Mismas querencias de amor idiota... mismos todo... Todo parecía ser igual...

Pero no era así.

Fue tan solo escuchar tu voz al teléfono, todo en mi cambió. Eres mi sueño y desvelo. Eres el verso necesario para mi rondalla. Esa gota que necesito para que no convertirme en veneno.

Eres lo que necesito para ser completa. Eres mi luz y mi penumbra. Fuiste y eres siempre ese tú, que fue mi TÚ durante tanto tiempo, y eres... aquel que nunca dejó de serlo... mi TÚ por el que soy pequeña... Eres TÚ que me devuelve a la vida. Eres mi TÚ.”


Reintegrándome a la vida...

Cruzo la puerta. Insensibilidad inmediata. Camino y se disuelve. Reciclo lo vital. La instantaneidad crece a la velocidad de una flor. Sumergido en el tenue delirio de un silencio necesario, básico, inmediato. ¿Luz o Ruido? El golpe atraviesa la primera capa de piel y la sangre continua su recorrido lateral. Infinito. Imbatible. "Inmarcesible".

Quiero verte. Quiero tocarte la distancia. Quiero asumir la responsabilidad por sentirme diferente en mi costado. Quiero necesitar de un vacío mutuo para iniciar la construcción de otro altar.
Creo. Pero no basta con eso.

Silencio. Estática. Maravilla. Océano.

La piel palidece al primer contacto. Todo congelado. Excepto el corazón. Y la vibrante marcha que evoca otro destino para empezar a crecer.

Y seguir.


Viviendo. Seguir. Viviendo.

lunes, 12 de enero de 2009

Descubriendo a Richard Ford


Estas Navidades me he agenciado (y he hecho que me agenciaran) la trilogía escrita por Richar Ford en torno a Frank Bascombe. No la he completado, pero de momento me está entusiasmando.

Uno de los lugares comunes más equivocados acerca de Richard Ford es que es un "insuperable retratista del americano medio", un creador de "un personaje tan próximo como nuestros vecinos". Lo cierto es que la riqueza emocional de Frank Bascombe está muy alejada no sólo del americano medio, sino de cualquier ciudadano medio de planeta. La claridad con que Bascombe percibe su entorno, la capacidad de detalle a la hora de describir paisajes, la manera en que las revelaciones lo visitan, les han sido dadas a muy pocos. Graham Greene decía que no era bueno para la botánica y cuando debía describir un árbol o una planta, a veces se iba al máximo común denominador y escribía "a lo lejos se veían varios árboles". En Ford no hay generalizaciones; hay rododendros, hay azaleas...

En los veinte años que van de la publicación de El periodista deportivo a Acción de Gracias, Bascombe deja atrás la crisis de la edad madura y se asoma a los sobresaltos de la vejez temprana; se ha vuelto a casar, ha renunciado a su querido trabajo de periodista deportivo y se convertido en agente inmobiliario, tiene problemas con uno de sus hijos adolescentes, una enfermedad le ha hecho descubrir que es mortal. Sí, puede entenderse como la vida de un norteamericano promedio, excepto por la manera en que Bascombe es capaz de verse desde afuera y entenderse.

Otro lugar común: "La ficción de Ford está casi totalmente despojada de abstracciones, de flechas que apuntan a los significados o a las conclusiones que deben ser extraídas. Ford nos entrega con absoluta precisión la textura de la experiencia, no las lecciones aprendidas..." Eso lo escribió alguna vez Paul Gray, crítico de la revista Time. Los cuentos de Ford, sin embargo, están llenos de lecciones aprendidas, momentos en los que el protagonista comprende, de pronto, algo fundamental acerca de la vida, y hay un antes y un después de ese instante. En cuanto a la trilogía de Bascombe, el periodista deportivo convertido en agente inmobiliario es una fuente constante de revelaciones. Una, al azar: "Y sin embargo, en las últimas semanas, por motivos que no consigo explicarme, ha surgido entre nosotros algo que sólo puedo llamar una extraña incomodidad... es como si los lazos que unen nuestras atenciones y afectos estuvieran cambiando y aflojándose, y ahora nos tocara establecer unos lazos nuevos, para una relación más seria, pero ninguno de los dos hemos demostrado todavía ser capaces de ellos y este fracaso nos deja perplejos".

En las primeras dos novelas de la trilogía, hay una íntima conexión entre la importancia de los hechos narrados y la voz de Bascombe; en la última, la voz parece desprenderse de los hechos y tiene algo de manierista. Todos los acontecimientos se inflan, y Bascombe encuentra portentos no sólo en su enfermedad sino en sus visitas al baño o cualquier conversación con sus vecinos.

Es una novela lenta, me dijo un amigo piadoso; la inmisericorde Michiko Kakutani, crítica principal del New York Times, dijo que se trataba de una novela soporífera (Juan Manuel de Prada coincide con ella en su reseña en ABC). Con todo, quien no quiera perderse algunas de las mejores páginas de la ficción contemporánea, tendrá que poner a Acción de Gracias en su lista de libros imprescindibles. Y quien no ha leído todavía a Ford haría bien en comenzar. Y desear, claro, que no se llegue a destiempo.

Para muestra, un botón: un comentario extirpado de internet, que muestra qué es Ford.
"Lo cierto es que Ford ha escrito el mejor de sus libros, una verdadera joya no solo como broche de oro a su trilogía sino también dentro de lo que es el panorama narrativo yanqui de estos días. Acción de Gracias tiene momentos formidables, como por ejemplo la larga conversación que mantienen Bascombe y su hija en el momento de su intervención médica, como en los tramos que conciernen a la despedida de Sally, como en el encuentro con el patético anciano que resulta ser Wade, como en el arribo de su hijo Paul y su novia Jill. Llega un momento en que la lógica con que el narrador asume su estancia en el mundo invade de tal manera al lector, que las páginas son como una potente luz que enceguece y obliga a largos minutos para permitir recobrarse."

Os dejo la entrada, para que lo leáis también:

http://www.taringa.net/posts/arte/1951461/%5BCultural%5D-Lo-Impredecible---Richard-Ford.html

Tras muchas jornadas ausentes


Imperdonablemente me he permitido a mí mismo demasiado tiempo sin actualizar el blog, cosa que pretendo no repetir, si es posible. A falta de un par de reseñas literarias que colocaré en un par de días, recomiendo un pop-blog que he encontrado recientemente surfeando por la red, y que me ha encantado, la verdad...

http://yourheartstillbreaks.blogspot.com/

Vuelvo enseguida!!

y Feliz 2009!!

martes, 30 de septiembre de 2008

Lyrics



Erika, Annie y Heather comenzaron su aventura en el 2003 en Williamsborough, barrio de arraigada tradición artística y bohemia del NY más palpitante. Desde entonces vienen celebrando la delicadeza y la magia de las melodías bonitas y sencillas, conducidas por un elaborado colchón de sintetizadores e ingenuos beats. Cálidas y orgánicas en las voces, Au Revoir Simone generan atmósferas de electrónica vintage y sutil frescura lo-fi, con personalidad propia. Son fans de clásicos del pop como los Beach Boys o los Zombies, y sus coordenadas musicales las sitúan entre Stereolab, Modest Mouse y The Postal Service .

Au Revoir Simone Lyrics - I couldn't sleep Song

I couldn't sleep; Didn't want comforting; Just company to sleep
And then in dreams we meet

And stay asleep
I awoke feeling restless

Didn't know quite where
I was Though I felt far away and cold
It was so late but my mind was curious
It was quiet, snowing with frosted windows
I had a book but wasn't reading just watching you
Didn't want comforting

Just company, oh be sweet
It could go either way
Based on what they say
I didn't wish to be somewhere else

Your face was comforting to me
I don't remember you smiling
But just the same
I didn't know you
You didn't know what to make of me
It was peaceful that night
A kind of friendship all too serious.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Tears, Idle Tears


Cierto es que llevaba mucho tiempo sin postear nada hasta hoy, pero circunstancias varias han impedido que tenga unos minutos de asueto para pensar con cierta claridad y, sobre todo, tranquilidad. Para más inri, la Señorita Lunes dijo que no postearía nada hasta que yo lo hiciera, con lo que el tiempo ha ido pasando inexorablemente sin que ningun de los dos actualizáramos este blog.

En fin, hace semanas que deseaba dedicar esta poesía de mi gran admirado Lord Alfred Tennyson, poeta gótico-romántico donde los haya, a Lunes, para que entre las lágrimas que en su día sé que derramó encuentre algún sentido, algo de belleza a las mismas. La foto es de Tintern Abbey, lugar que inspiró al poeta para escribir esas líneas.

Aprovecho para recomendar desde aquí la lectura de "Idylls of the King", obra de Tennyson que poéticamente refleja a la perfección el trágico romanticismo del ciclo artúrico creado por Sir Thomas Malory en el siglo XV. Cierto es que Tennyson no se limita a reinterpretar siglos después "La Morte D´Artur", sino que la reescribe desde un prisma acorde con sus tiempos (fines del siglo XIX).


Lágrimas, indolentes lágrimas, no sé qué significan:
Lágrimas que desde lo profundo
De alguna divina desesperación
Se alzan en la esencia del corazón,
y se reúnen en torno a los ojos
Al contemplar los alegres campos de otoño,
Pensando en los días que ya nunca serán.


Frescas como el primer rayo brillante sobre la vela,
Convocando a nuestros amigos del inframundo,

Triste como el último lamento agónico

Que se hunde en el abismo con todo lo que amamos.

Tan tristes, tan frescas, como los días que ya no serán.


Tristes y extrañas como los oscuros crepúsculos del verano,
Las primeras voces de las aves cantaron

Sobre los oídos muertos, junto a los muertos ojos

Que contemplan la mañana trepando sobre la ventana;

Tan tristes, tan frescos, como los días que ya no serán.


Amados como el recuerdo de los besos tras la muerte,
Y dulces como la indiferente fantasía fingida

Sobre aquellos labios que serán de otro;

Profundas como el Amor,

Profundas como el primer Amor,

Salvajes huellas de un pálido remordimiento.

Oh, amarga Muerte en Vida, ellas son el lamento

Por los días que ya nunca serán.

Why do you let me stay here?


Como decía P.Roberto J. en Hipersónica, "¡Ah, las estrellas de escena y la música! Son como las modelos: éstas se pasan toda la vida diciendo que están estudiando para ser actrices y, cuando por fin consiguen el papel que tanto deseaban, acabando fracasando y volviéndose con el rabo entre las piernas a sus pasarelas, sus books, sus sesiones de fotos y su estrellato ganado a base de cuerpo y cara. Las estrellas de cine prueban suerte cantando y unos pocos la tienen y una inmensa mayoría, no."

La última que lo intenta es Zooey Deschanel. A Deschanel la conoceréis por películas como Casi Famosos o Guía del autoestopista galáctico y por series como Weeds. Es actriz y canta, pero olviden a las petardas de Leonor Watling y Scarlett Johansson, ese par de peluqueras. Zooey se llama Zooey por la genial novelita de Salinger, aunque no consta si la ha leído o no.

Dentro de lo que cabe, ella ha tenido suerte, porque a su lado, poniéndole música a sus sueños de ser una estrella del pop, está M. Ward, uno de los músicos con más talento dentro de la Americana. Juntos forman She & Him.

Su primer single, "Why Do You Let Me Stay Here?", es una deliciosa muestra de que Ward y Deschanel pueden ser otra excepción a la regla. Música de hace muchos años desde una perspectiva totalmente moderna y, sobre todo, con mucha gracia. Suena a puro sixties: voces soul y guitarras folkies, ecos de Van Morrison a Sandie Shaw, y versiones de Smokey Robinson y los Beatles. Con unos agudos al borde de lo imposible, Deschanel engarza piruetas vocales en maravillosas melodías que pasan del puro pop –This Is Not A Test– al country sin despeinarle el moño. Atención a las dos maravillosas versiones: You Really Got a Hold on Me, de Smokey Robinson, y I Should Have Known Better, de The Beatles.

Señalaba Quico Alsedo en su Rock and Blog: “Canciones redondas, estribilleras pero sin chicle, soleadas a veces, crepusculares otras. Casi todas frescas aunque hablemos de una jugada revivalística con todas las letras. El disco, viva la imaginación, se llama “Volume 1”.

She & Him, en resumen, son una manera encantadora de empezar el día con una sonrisa.

Las Ideas Puras

Entre los lectores están los que siempre quieren leer lo mismo (sea una novela histórica de un solo patrón, sea una obra invariablemente experimental) y los que de cada libro esperan una sorpresa, una renovación. El primer grupo lo tiene relativamente fácil, y el segundo, cual un depresivo maníaco, pasa de momentos hiperactivos, saltando de un libro al otro, a períodos de tedio sostenido durante los cuales no encuentra nada nuevo a su antojo. Empieza a leer, hojea, pero una vez comprendido el juego, la estrategia o la intención, abandona la lectura, incluso cuando se trata de una obra medianamente buena, de cierta enjundia y de un autor de renombre. Precisamente, lo que le interesa no es el juego (aunque esté bien construido y la temática sea interesante), sino una experiencia diferente y esencial, aquella que no se puede prever desde las primeras páginas. El primer grupo espera cumplir sus expectativas, el segundo sueña con superarlas y desea encontrar una inteligencia superior o, al menos, distinta a la suya.

El primer tipo de lector jamás va a llegar a las obras de Pablo d'Ors, y el segundo encuentra en sus libros una auténtica revelación. Porque desde la irrupción del apátrida Roberto Bolaño hace algunos años, no ha habido mayor novedad en la narrativa española, ni un planteamiento literario más original. No se imaginen ustedes ninguna meritoria pero fatigosa experimentación, ni mucho menos una literatura programáticamente ilegible. La prosa de Pablo d'Ors es ágil y divertida, emplea una estructura más bien lineal, tiene muchas historias que contar y sus personajes, a menudo escritores y pensadores conocidos, son tan extraños como fascinantes. Pero ¿qué es, entonces tan novedoso y diferente en este autor, además de que con treinta y siete años ha publicado sus dos primeras obras, de las cuales el volumen de cuentos "El estreno" se convirtió en un libro de referencia, y la novela Las ideas puras ha quedado finalista en el último Premio Herralde?

La radical novedad que aporta Pablo d'Ors está en la riqueza de sus ideas, en la originalidad de sus historias y en su diferente manera de mirar y, por tanto, narrar. ¿Tiene que ver esto con que sea el nieto de Eugenio d'Ors, el incómodo e ignorado Xènius; que se haya doctorado en Teología en Roma, cursado filosofía en Viena, literatura checa en Praga y vivido en Nueva York; que comparta el trabajo de profesor universitario con el de capellán en la Autónoma de Madrid; que haya escrito su tesis doctoral sobre la teología de la experiencia literaria?

Neurótico perdido es el protagonista de la novela "Las ideas puras", una de las obras más insólitas de la narrativa española jamás escrita, aun cuando temáticamente se puede emparentar, y ya lo ha hecho la crítica, con "Lolita "de Nabokov y "La bien plantada" de Eugenio d'Ors. Ciertamente, la obra narra la obsesión de un hombre maduro por una lolita. Pero con una variante muy singular. Dicho hombre es profesor de filosofía en una escuela secundaria; se trata de una persona que tenía excepcionales posibilidades profesionales en su juventud, pero renunció a su carrera, aunque no a la ambición intelectual. Vive escindido e impostado entre las personalidades de Platón (que es como le llaman sus alumnos) y de Wittgenstein (su filósofo preferido) y también a sus alumnos les da nombres de filósofos. Por lo demás, tiene casi cincuenta años, frente a los dieciseis de su bienamada y sus conocimientos carnales apenas superan a los de su lolita. Siempre ha vivido en y para el mundo de las ideas purísimas y, hélo aquí, con todas sus almas y cuerpos (como Platón, Wittgenstein y profesor de filosofía) está locamente enamorado de una lindísima mocosa.

La fórmula es parecida a la de los cuentos publicados anteriormente por el escritor, por tanto, tenemos una gran y loca historia de amor, una brillante parodia de actitudes intelectuales y una irónica relectura de la historia de las ideas. Toda esta mezcla da un libro extraño, excesivo, inteligente y apasionado. Una fantasía en que el autor no se molesta ni por un momento en dar apariencias de realismo. La acción se desarrolla en una Alemania inventada que no tiene mayor papel en la obra y en un instituto que sólo importa como referencia amorosa y filosófica (por el nombre de los alumnos). Se trata de una fábula que viene a ilustrar, desde una óptica posmoderna, la eterna lucha entre praxis y teoría, vida y obra, cuerpo y espíritu.

La desesperada contienda del neurótico y lucidísimo protagonista entre este conflicto y sus múltiples personalidades tiene tintes realmente cómicos. Supremo ejemplo ofrece la escena en que la caprichosa lolita le exige al maestro babeante despotricar contra sus amados filósofos y el buen hombre tiene que violar sus principios, negar su credo, hacer un esfuerzo descomunal para pronunciar estos insultos que, para horror suyo, le salen cada vez más fluidos y placenteros. La malicia que ya era característica de los relatos resulta aquí directamente festiva. Se percibe un auténtico goce en sacar lo grotesco de las situaciones ­en descubrir el Mal, sería tal vez más adecuado decir­ que recuerda a autores como Bruno Schulz o Virgilio Piñera.

Es posible que no sea siempre seguir la desbordada fantasía, la pirotécnica intelectual y la inagotable capacidad dialéctica del protagonista que, como un niño glotón, absorbe ideas e identidades, y se ríe de ellas como si de un chiste se tratara. El premio es un libroimpresionatemente rico en ideas y registros, que constituye una especie de tratado pornográfico de las ideas, una poética teología del deseo. Realmente una revelación.