jueves, 31 de julio de 2008

Del deseo


Lo más lógico es que terminara el relato que dejé a medias sin ningún rubor, quemado por los cincuenta grados a la sombra que fluian desbocados por las calles de Doha, lo sé.

Pero la señorita Lunes viene últimamente burlándose de forma inmisericorde de mi próstata, tanto que la ídem ha terminado por hinchárseme, y quiero mostrar a mi queridísima co-bloggera que aunque sufra en silencio mi falta de amor, mi mente se encuentra en un estado de forma sexual sanamente envidiable.

Me estremezco, ebrio de tí mientras destilas el licor vertiginoso del deseo, enmudezco y no encuentro palabras mientras mis dedos recorren caminos de lava, hasta hundirse en los puentes del vano conocimiento carnal; se pierden, violentos, en rumores de piel indescifrables, hasta disolverse en las sílabas de fuego de tu canción nocturna, sobre tu sexo donde ligeros besos deciden explorarte una vez más, para así verdaderamente amarte.

En nuestros latidos, el rumor de ese primer gemido, de esa primera nota triunfal, encuentra un eco; todo vibra, desprende sudor salado como lágrimas, la respiración se acompasa al ritmo de la noche, haciéndose cada vez más pausada, mientras el aire en torno a nuestros cuerpos nos envuelve como una sábana de terciopelo, hasta que sólo respiramos pequeñas frases inconexas, como en un poema ahogado por el placer. Y en el cielo sobre nosotros, la luna se alza evocando nuestros silencios.

Finalmente vuelves a mí, y me pides que te despierte otra vez con mis labios, que vuelva a desembarcar en las costas de tu ansia, que te ahogue en los acantilados de mi pasión. Pacta una tregua, ríndeme, déjame adorarte, exiges. Quieres despertarte del sueño que te invade, del descenso inevitable hacia las orillas del río Leteo, y reclamas mi cuerpo, hasta que encuentras valles de lujuria en las profundidades de mi alma.

Y cuando la noche llega a su final, y el alba te acuna en su regazo, me abandono a plasmar en tu piel poemas con mi lengua, trazo rimas profanas en recuerdo de la batalla terminada, poemas en sí reticentes que dibujo en tu pecho lleno de pecado, versos que acuchillan tu corazón por el flirteo imperdonable al que me he abandonado.

miércoles, 30 de julio de 2008

RECUERDO


La tarde huele a recuerdo. Y a tierra fértil desnuda, preñada de encantos y semillas.

Huele a sangre derramada por un mapa sin nombres que a todos pertenece, salvo a quien lo sudó con las venas cortadas de esfuerzo, y aún lo suda.

Y a leche materna recién llorada por pechos generosos que nada niegan a quien nada tiene.

La tarde huele a recuerdo… aún no memorizado. Curioso, ¿no es cierto? Saber a que olerá mañana la tarde de hoy.

AMOR DE LIBRO

Las casillas en blanco del crucigrama empezaban a recordarme el test inacabado de mi último examen, un suspenso de los sonados con traca y con pandereta. Eran confusas cuadrículas silbando, pálidas, a la cima del iceberg gustativo, justo donde tendría que haberme mordido antes de haber soltado, a mi jefa, que se metiese el Estatuto por donde su marido no le daba; y donde no debería haber puesto, en mi vida, un solo resquicio de suplicantes palabras que vulnerasen mi rostro al contarlas.

El régimen sexual, emocional y, por qué no decirlo, alimenticio de mis últimos meses empezaba a adelgazarme no sólo las cartucheras -ahora sin metralla para afrontar a chulos y guapos- sino el cerebro, flaco de neuronas inteligentes y egoístas que me sacasen de la mierda de agujero en que me había encajado.

En medio de aquel enjambre de cuadros mudos había una foto que conocía. Era un colega de fondo, de los que no te presentan pero a quien leíste en su día, página a página en noches de insomnio: un novelista de los que mellan.

Mareé en el vaso escritores y amantes, aguados de tanto té, y no pude, por menos, que darles un argumento unido… porque de algún modo cada hombre en mi vida tenía un libro para asociarle.

Carcajada momentánea… y suspiro… vuelta a reír y vuelta al suspiro… y así recodé cada hombre y su autor… que no siempre, curioso, iban bien arrimados.

Pero lo más sorprendente -si es que algo hay ya que me sorprenda fuera de la piedad, la bondad y la nobleza, obsoletos términos de nuestro siglo donde todo se compra y se paga- era que cada amor había empezado encuadernándose en mi librería. Me explico.

La primera pérdida de sesera fue un joven cara de luna con ojos de cabroncete -muy verdes, por cierto- que se presentó como si aquello fuera un cajero y me plantó, tal cual, un libro de Julio Verne. Me dio cien páginas de viajes mundanos de un tipo llamado Fidias y me alargó una rosa, tan roja como mi cara. Se quedó luego mirando, sin más, mi asombro,  esperando a que abriese, no sé si, el título o la boca. 

Después miré mi culo al espejo y noté que aquello era un bien: semipúblico semiprivado, a compartir al gusto y  según San Judas. Así que seguí leyendo, por si las moscas… y así vinieron las cartas, que aunque sin tapa y sin bordes de pasta decían, más menos, lo mismo que cualquier otro pudiese haber publicado reiterándose durante folios: paraules d’amor.

¿Respuestas?, ¿Más libros? No sé, yo nunca compré literatura para enamorar y menos aún escribí epístola alguna que no fuese a un buzón tan propio como un diario.

Aún así mi amorografía, si es que ese vocablo existe, venía empuñada a pluma y con tinta china, por lo rasgado de sus graciosos términos.

Los años -que no pasan sin tacha y tocho- se presentaban escasos de escarceos más allá de un intercambio cordial de sonrisas. Pero para mi asombro, los libros, sin beso trasero y a posteriori, seguían llegando.

Hubo momentos de tregua para mis entregadas aptitudes respecto al amor -pues soy mujer de un solo hombre o sólo un hombre, si bien, puede hacer de mí una mujer, según se mire-  y di besos comisureros de los de hola y adiós, sin saber si aquello implicaba un mañana o una sábana de por medio. De cualquier modo seguí acumulando obras y encuadernando hombres.

Un hippie -con quien estuve liando la madeja de pelo que tenía mientras las lianas de sus sentimientos se conjuraban contra el pijerío de mi pequeña figura- me regaló, el día que asumió, por fin, que con tacones y con pañuelos una mujer bonita sigue siendo una mujer bonita, te guste o te guste -porque yo le gustaba- , una biografía de alguien que, si mal no recuerdo, emprendía su  vida entre tribus y se limpiaba de occidentalismos baldos. Aquello, más que un regalo era un fetiche, el suyo.

Así que conocí a mi chico y sus sueños frustrados. Hasta el punto frustrados que no sabía ni como narrar el suyo compartiendo el mismo final.

Y de finales iba lo nuestro, porque duró lo que duró la lectura.

Entre otras muchas personas, a la que más amé -sin duda en aquellos tiempos en que una no sabe lo que es amar pero lo va intuyendo- es la que no me dio ni a leer ni a besar. Aunque algo sí me dio, y no poco. Lo que me dio, y quizá lo mejor que ahora tenga, fue un algo que contar, fue un algo que escribir.

Verbigracia de mis tristes comienzos empecé un relato tal cual se imprime, como éste, y ya no paré hasta ahora que: escribo coma y sigo contando; que pongo punto y sigo narrando; que pulso tecla y sigo pulsando… Y así pasando por Noha Gordon en un día de cumpleaños en que estrenaba novio, hasta parar en Noches de Reyes donde esperas carbón del dulce y terminas con una sonrisa de oreja a oreja, un best-seller y un beso bien peleado.

Ayer o mañana escrito hace un par de días, recibí un regalo…

Ahora, frente al maldito apartado de juegos cruzados de un periódico ojeado en cualquier parte donde tomar café, no sé si seré yo quien no encuentre palabras para este crucigrama de vida que tengo, o si será el crucigrama quien no encuentra a mi yo para esta vida de palabras que tengo.

Sólo sé que paseo: un autor favorito, un libro pendiente y una novela que releer con el mismo placer que siento cuando alguna persona me mira y ve en mí un libro abierto. 

Fotos...




Impresiones desde Qatar




La señorita Lunes termina de echarme la bronca porque no he posteado nada desde mi habitación de hotel en Doha, Qatar, y tiene razón, pero el tiempo nos esclaviza demasiado, y me ha dejado poco lugar para el asueto. En fin, creo que ordenaré mis ideas una vez haya vuelto a casa, y trataré de reflejar la idiosincrasia de unas gentes que me han sorprendido por muchos motivos, y que han roto algunos (no todos) de los clichés que mi mente les había otorgado.

Los qataríes son gente de poco pasado con gran futuro, temerosos de que los occidentales se lo arrebaten, junto con sus costumbres, pero conscientes de que los necesitan para salir de la opulencia inculta en la que durante años ha vivido su país. Confiados para determinadas cosas, hospitalarios, inflexibles en aspectos para nosotros incomprensibles... se podría hacer un doctorado en sociología analizando la sociedad qatarí, en la que conviven mezclados, que no agitados, árabes, hindúes, filipinos, malayos, británicos, nepalíes... cada uno con sus aspiraciones trabajando por un fin común: obtener riqueza para Qatar, lo que redundará en la suya propia, de un modo u otro.

Así que para distraernos, y no hacer enfadar más a Miss Monday, voy a postear unas líneas de un relato que escribí hace 14 años, pero que de algún modo es muy querido por mí. Como tengo que pelearme por la maleta, voy a poner sólo la primera parte, que ya habrá tiempo de terminarlo.

CONFIA (I)

Una mancha en el suelo. Roja. Sangre Oscura. Gota a gota sigue deslizándose por entre los dedos de su puño cerrado. Aprieta. Con más fuerza. Cae más sangre. El dulce aroma de muerte impregna el ambiente, húmedo, llena el lóbrego cuarto. Junto a la mancha carmesí, un cuerpo. De mujer. Sin vida. La boca torcida en mueca patética y burlona. En eterno rictus. Ojos vidriosos observan a Miguel. Clavados en su cara, expresan sorpresa, incredulidad. Y el joven se extraña. ¡Cuánta intensidad llega a destilar las pupilas de un cadáver!

Nada se mueve. Ella no puede. El no quiere. El tiempo sigue su curso, inalterado, pero parece haber olvidado visitar este lugar. Pasan segundos. Y luego minutos. Horas. Todo igual. Un cuadro grotesco y macabro. Terrorífica escena sin movimiento. Y los ojos de Miguel, dos pozos de siniestra negrura.

De pronto, un ruido. Algo metálico choca contra el suelo frío. Un cuchillo de cocina. Todo cubierto de líquido escarlata. Líquido que corre por su filo para caer sobre las losas azules del cuarto, sumido en la oscuridad, envuelto en sombras. Y Miguel, erguido como cruel ángel vengador en este aciago día, retrocede unos pasos. Se golpea contra la pared. Cae lentamente. Sin reaccionar. Abrumado quizá por la dantesca visión que se despliega ante él. Los recuerdos se agolpan en su mente, aturdiéndole todavía más. Se olvida de esta habitación, de esta escena, de este instante. Marcha lejos, a otro lugar. En otro tiempo. Solos ella y él, como ahora. Pero sin muerte, sin dolor. Sólo infinita ternura.
- - ¿Por qué estás tan serio? ¿Te ocurre algo? Venga confía en mí. ¿Por qué no me lo cuentas?

(continuará... o no)

lunes, 28 de julio de 2008

domingo, 27 de julio de 2008

Otro de mis predilectos...

LA VOZ A TI DEBIDA

"Tú vives siempre en tus actos. 
Con la punta de tus dedos 
pulsas el mundo, le arrancas 
auroras, triunfos, colores, 
alegrías: es tu música. 
La vida es lo que tú tocas. 

De tus ojos, sólo de ellos, 
sale la luz que te guía 
los pasos. Andas 
por lo que ves. Nada más. 

Y si una duda te hace 
señas a diez mil kilómetros, 
lo dejas todo, te arrojas 
sobre proas, sobre alas, 
estás ya allí; con los besos, 
con los dientes la desgarras: 
ya no es duda. 
Tú nunca puedes dudar. 

Porque has vuelto los misterios 
del revés. Y tus enigmas, 
lo que nunca entenderás, 
son esas cosas tan claras: 
la arena donde te tiendes, 
la marcha de tu reloj 
y el tierno cuerpo rosado 
que te encuentras en tu espejo 
cada día al despertar, 
y es el tuyo. Los prodigios 
que están descifrados ya. 

Y nunca te equivocaste, 
más que una vez, una noche 
que te encaprichó una sombra 
-la única que te ha gustado-. 
Una sombra parecía. 
Y la quisiste abrazar. 
Y era yo."

Porque siempre terminé muriendo por ella...






“El destino es un loco y la vida, o la vivimos con el frenesí del escándalo o nos mata con su mojigatería”

NO ES QUE MUERA DE AMOR, MUERO DE TI....
No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.
Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.
Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.
Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.
Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

BELLE ÉPOQUE


VIAJE A LOS SUEÑOS POLARES

Cuando pesen demasiado la rutina,
el trabajo y la vida en la cuidad,
nos iremos en un viaje infinito
con esa tonta sensación de libertad.

Hacia el fondo de ese mundo
del que me has hablado tanto,
paraíso de glaciares y de bosques polares,
donde miedos y temores
se convierten en paisajes
de infinitos abedules,
de hermosura incomparable.

Dibujamos sobre un mapa imaginario
autopistas de gran velocidad.
Nos invade una ilusión desconocida
y nuestra única intención es avanzar ...

Hacia el fondo de ese mundo
del que me has hablado tanto,
paraíso de glaciares y de bosques polares,
donde miedos y temores
se convierten en paisajes
de infinitos abedules,
de hermosura incomparable,
donde siempre te querré.


                                         Family

sábado, 26 de julio de 2008

Preparando un viaje


Este lunes me marcho de viaje. No es el viaje que me gustaría hacer y la compañía es más impuesta que buscada. No obstante, trataremos de sacar tiempo para escribir algunas líneas sobre la vida peculiar del Oriente Medio petrolifero.

La que se nos marcha próximamente a un lugar más agradable es nuestra Señorita Lunes, que desembarcará en las costas de la verde Irlanda, la perla celta, dentro de pocos días. Ya le hemos dicho que debe beber Guinness, ir tras los pasos de Joyce, Yeats, Heaney, Beckett y Wilde, pero como no sabemos si nos hará mucho caso, le animaremos con una foto de cuando nosotros desembarcamos en aquellas mismas costas y nos perdimos en sus mismas tabernas..., eh quiero decir, prados y acantilados.

A continuación, unas líneas que escuché por primera vez en un rincón del Trinity College de Dublin, cerca de la biblioteca que alberga el impresionante "Book of Kells" y que marcaron mi adolescencia durante mucho tiempo, por su significado y belleza, y me hicieron amar y comprender la poesía.

Ode to a Nightingale

MY heart aches, and a drowsy numbness pains
My sense, as though of hemlock I had drunk,
Or emptied some dull opiate to the drains
One minute past, and Lethe-wards had sunk:
'Tis not through envy of thy happy lot,
But being too happy in thine happiness,
That thou, light-wingèd Dryad of the trees,
In some melodious plot
Of beechen green, and shadows numberless,
Singest of summer in full-throated ease.

O for a draught of vintage! that hath been
Cool'd a long age in the deep-delvèd earth,
Tasting of Flora and the country-green,
Dance, and Provençal song, and sunburnt mirth!
O for a beaker full of the warm South!
Full of the true, the blushful Hippocrene,
With beaded bubbles winking at the brim,
And purple-stainèd mouth;
That I might drink, and leave the world unseen,
And with thee fade away into the forest dim:

Fade far away, dissolve, and quite forget
What thou among the leaves hast never known,
The weariness, the fever, and the fret
Here, where men sit and hear each other groan;
Where palsy shakes a few, sad, last grey hairs,
Where youth grows pale, and spectre-thin, and dies;
Where but to think is to be full of sorrow
And leaden-eyed despairs;
Where beauty cannot keep her lustrous eyes,
Or new Love pine at them beyond to-morrow.

Away! away! for I will fly to thee,
Not charioted by Bacchus and his pards,
But on the viewless wings of Poesy,
Though the dull brain perplexes and retards:
Already with thee! tender is the night,
And haply the Queen-Moon is on her throne,
Cluster'd around by all her starry Fays
But here there is no light,
Save what from heaven is with the breezes blown
Through verdurous glooms and winding mossy ways.

I cannot see what flowers are at my feet,
Nor what soft incense hangs upon the boughs,
But, in embalmèd darkness, guess each sweet
Wherewith the seasonable month endows
The grass, the thicket, and the fruit-tree wild;
White hawthorn, and the pastoral eglantine;
Fast-fading violets cover'd up in leaves;
And mid-May's eldest child,
The coming musk-rose, full of dewy wine,
The murmurous haunt of flies on summer eves.

Darkling I listen; and, for many a time
I have been half in love with easeful Death,
Call'd him soft names in many a musèd rhyme,
To take into the air my quiet breath;
Now more than ever seems it rich to die,
To cease upon the midnight with no pain,
While thou art pouring forth thy soul abroad
In such an ecstasy!
Still wouldst thou sing, and I have ears in vain—
To thy high requiem become a sod.

Thou wast not born for death, immortal Bird!
No hungry generations tread thee down;
The voice I hear this passing night was heard
In ancient days by emperor and clown:
Perhaps the self-same song that found a path
Through the sad heart of Ruth, when, sick for home,
She stood in tears amid the alien corn;
The same that ofttimes hath
Charm'd magic casements, opening on the foam
Of perilous seas, in faery lands forlorn.

Forlorn! the very word is like a bell
To toll me back from thee to my sole self!
Adieu! the fancy cannot cheat so well
As she is famed to do, deceiving elf.
Adieu! adieu! thy plaintive anthem fades
Past the near meadows, over the still stream,
Up the hill-side; and now 'tis buried deep
In the next valley-glades:
Was it a vision, or a waking dream?
Fled is that music:—do I wake or sleep?

El Título del blog

Lo primero que deberíamos explicar es el título del blog, del cual mi fiel compañera bloggera, la inabarcable y misteriosa Señorita Lunes, no se siente demasiado segura. Recientemente, en uno de sus múltiples arrebatos de sinceridad cruel, me ha confesado que pensaba que era un blog para elegir a miss camiseta mojada 2008...

Por ello, creo conveniente manifestar 1) mi repulsa a ese tipo de concursos (prefiero el desfile anual de Victoria´s Secret), y 2) en realidad obedece a un relato de Angel Olgoso, escritor del que me encuentro prendado por el estilo gótico, triste y sincero de sus relatos.

Solventada la duda de la Señorita Lunes, pasaré a recomendar a aquellas personas que tienen buen gusto musical, que le den una oportunidad a Emiliana Torrini, y que escuchen cualquier a de los siguientes albumes: Love in the time of science o Fisherman´s woman. Intimistas, distintos, preciosistas, y que os dejéis acunar por la aterciopelada voz de Emiliana hasta entrar en un extraño duermevela de sensaciones, en el que podréis pensar en esa persona a la que queréis alcanzar pero que de algún modo siempre se escapa de entre vuestros dedos por milímetros, como una ninfa furtiva que juega con el corazón de los pobres diablos que se atreven a acercarse a su árbol...

http://es.youtube.com/watch?v=YdDZqYlDRuI&feature=related
http://es.youtube.com/watch?v=bB5FurjAa3E&feature=related
http://es.youtube.com/watch?v=LGNqhXbqRJ8&feature=related
ELLA o EL FIN DE LA AUTODESTRUCCIÓN ES UNA ABEJA DESMAYADA VANDÁLICA

Seguiré muriendo con la tranquilidad del cielo… despertaré en otro destino, cobijado por el volcán de tu mirada ingrata, evocando el paraíso amargo de tus mundos de odio: mar de poesías admiradas, donde las espaldas del miedo nadaban sin voz gritando al revolotear… Quiero no saber ni soñar.

Siempre me ha contradicho de modo irrelevante la sensible vicisitud del sentimiento, por eso prometo no volver a buscarte en la mañana, al lado de las palabras del sol y de las promesas y venganzas de mis divinas entrañas.

Quería una noche negra, un túnel negro y una escapatoria negra; mi blanco corazón buscaba el sueño eterno. Aquellas realidades me envolvían velozmente y alcancé la bella paz embellecido por el luto de mi sangre. Feliz por los recuerdos, confuso por no acordarme, dejé de sentirte como un hielo al deseo del volcán que le atrapa, como un párpado añora al cuervo que ya debería haber volado, y sin embargo su silueta destroza despiadadamente su esperanza de evocar su mundo real.

Todo avanzaba, incluso el negro veneno que había dado vida a mis infernales venas y manchado sus inmaculados corazones de invisibles dudas… ¡Admiradme al tornar mis sentimientos al destino! Mi consciencia se suicidaba ante lo inevitable de mi descalabro, fiel y eterno como la sonrisa de la desgracia.

La soledad me hacía compañía e ilustraba mi feroz ansia de horizontes sin sufrimiento: la ilusión se desvanece, la verdad florece, las lágrimas tienen sed de música y el amor del sol estremece el jardín del olvido, donde se pudren nuestras palabras… melancólicas, tristes, sosegadas, permanentes.

Nadie se angustiaba. Tú tampoco, alegría del alba, estrella verde, apagada y absorta, desnúdate y ven a mí… ¡Te amo! Te amo, éxtasis irreal troceado en oasis de flores suicidas… ¡Cuánto te amo, verdugo sin reflejo! No soy digno de ti, Diosa del Mundo, dueña del alma en caos, ama y razón de mis suspiros sangrantes. Entrégame tu dolor, encarcélame sin pena, sométeme a tu mirada… ¡Ya muero, ya! Por ti, musa del mar, creadora de nieve, imagen de la lluvia azulada irreconciliable con toda razón humana. Me alejo de ti y vuelvo a sentir desde lo más hondo del espacio las palabras del infinito…

Para luchar en los límites terrenales de la cordura, no debo amarte frente a frente o todo mi ser se desconcierta entre tus líneas… ¡Soñar que te he soñado, gritar que te he vivido, callar que te he tenido…!

Es idílico y triste nacer de una mentira entrelazada a tu oscuridad, al lado del final de las sombras de la muerte, conversando con ella, contemplando su precioso velo donde tus iniciales me premian mis desvaríos, y tú… ¡más allá! ¡muy cerca!, observando mis cantos, odiando al resto del mundo, vagando estelarmente por la luna, fuiste mía. Los dos, tumbados sobre la cama, persiguiendo una noche azul, con la alborada celeste por el carmín inexistente de tus besos fantasma… mientras todas las demás mentes me invadían… celosas de mi exigua e imaginaria conquista.

Encuentros

Al otro lado de sus ropas había un hombre desnudo, quizá sincero y peludo, quizá ajado por las vicisitudes o simplemente hermoso, pero indefenso, sin más ventajas que las que tiene el David… o las que no tiene. 

Los rubores comenzaron a poblar sus orejas que poco a poco amorataron sus dedos y sus deseos,  y el  brillo de la decisión en sus ojos fue suficiente para saber que aquella tarde lluviosa azotaría su viento contra mis cristales.

Y así lo hizo, en efecto. Y nos enamoramos, al menos, de aquellos rostros perdidos y de las suplicantes caricias de quien se busca, a sí mismo, en los labios  del otro. 

Y él me encontró en el surco de un deseo gemido entre jadeo y jadeo, bien pronunciado en el puro placer de quien se siente perdida y completamente sola en tan acompañado camino… y que por medio minuto, en sus brazos, dejó de sentirse inerte. Y puede que por eso él, a la deriva de su propia vida, se aferrase a ella y le ofreciese sus besos. 

El inicio

Lo cierto es que siempre me ha gustado Javier Krahe. Si no existiera, habría que inventarlo, por lo que creí oportuno empezar mi andadura en el mundo de los blogs con unas letras suyas.

Además, el tema del otoño seducido por la primavera me sirve para recordarme la vulnerabilidad del ser que olvidó sus sueños de juventud por la comodidad del presente, cuando un ser vírgen, lleno de vida y con un desatado potencial para alcanzar todas las metas choca con la vulgaridad que se ha instalado en el adulto.

Mi intención en este blog no va más allá de mi deseo de expresar en él, a través de extractos de canciones, novelas, fotografías e incluso relatos propios, los sentimientos experimentados en los últimos tiempos, en los que mi vida ha comenzado a dar un giro de 180 grados, gracias a mi particular proyecto de Reina de Saba...

Como todo viaje iniciático que provoca la liberación del yo anterior, viene normalmente precedido de una muerte previa, no hay mejor recomendación que degustar unas líneas del fantástico escritor Angel Olgoso: "Viaje"

"Llego a la estación. No hay nadie. Voy a emprender, pese a mis pocos años, un viaje largo y colmado de expectativas. Espero de pie en el andén con la impaciencia propia de alguien joven y enérgico. El tren, que ha aparecido de pronto a toda velocidad, sin trepidación de rieles ni chirrido de ruedas, se detiene por completo a mi lado, disimulando su prisa a la perfección. Cuando intento levantar la maleta, esta se ha vuelto pesada en extremo. Noto co estupor que no me acompañan las fuerzas, que mi ímpetu decrece. Comienza a llover. Hace frío. Me dirijo hacia los peldaños de metal dificultosamente y, sobre todo, con una inconsolable sensación de haber olvidado algo o de haber dejado atrás a alguien que no recuerdo. Mis manos ateridas logran empujar la maleta hasta el piso del coche cama. Encorvado, la arrastro luego por el pasillo mientras jadeo y oigo crujir los huesos. Una lucecita borrosa, al fondo, me permite tener un atisbo del estrecho y oscuro compartimento, el que suele asignarse a los pasajeros más viejos. A duras penas abro la puerta corredera y abandono mi maleta, como una carga inútil, al pie del portaequipajes. Me tiendo por fin en la litera, extenuado, vencido, buscando ese aire que reclaman con la boca abierta los moribundos. El tren parte en la noche y me lleva consigo."

Javier Krahe... para empezar

Una parvulita muy de rompe y rasga,
un serio proyecto de reina de Saba,
se me ofrece anoche, así, por la cara,
así, por la cara,
pasando por alto unas cuantas canas.

"A primera vista se ve que son falsas",
la hermosa doncella replica, galana,
"es sólo la luna que riela en tu barba,
y, dicho sea de paso, de doncella, nada".

"Me dejas confuso, sabrás que me encantan
estas falsedades que van a la cama,
pero quede claro que sí que son canas,
que sí que son canas,
no es sólo la luna ni es sólo en la barba.

También riela el tiempo, con más o menos gracia.
Y cada cumpleaños, con brocha de escarcha,
viene y me embadurna los pelos y el alma,
sin que uno por eso tenga el alma blanca".

"Déjate de rollos, déjate de escarchas.
Yo te ofrezco oro a cambio de plata.
Ven que te maquille con polvos de hada
-¡con polvo de hada!-.
Juntos volaremos por la noche clara".

"Vale, campanilla, en tu arte de magia
mis años se enredan. Vamos a tu casa.
Y aún hay dos detalles de gran importancia:
uno es que tus padres vivan en Australia.

Otro es que en Vespino no monto ni a rastras.
Son mis requisitos para entrar en danza".
"En cuanto al primero: viven en Australia
o como en Australia,
y en cuanto al segundo: mírame de espaldas".

Y nos adueñamos de la madrugada,
y yo iba a su grupa, clavado a la espalda
de un serio proyecto de reina de Saba.
A veces Lolita, bueno, siempre, gana.