
La tarde huele a recuerdo. Y a tierra fértil desnuda, preñada de encantos y semillas.
Huele a sangre derramada por un mapa sin nombres que a todos pertenece, salvo a quien lo sudó con las venas cortadas de esfuerzo, y aún lo suda.
Y a leche materna recién llorada por pechos generosos que nada niegan a quien nada tiene.
La tarde huele a recuerdo… aún no memorizado. Curioso, ¿no es cierto? Saber a que olerá mañana la tarde de hoy.
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