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Hay varias cosas que un viajero debe hacer cuando llega a una ciudad desconocida: por ejemplo, ir al mercado, pasear en los amaneceres, entrar en los garitos de la noche, buscar la música que hace bailar y cantar a sus habitantes, probar la comida local, asistir a un partido de fútbol o a una ceremonia religiosa, y desde luego leer sus periódicos. Así que me dirigía hacia el mercado de Makokoba, en los arrabales del oeste.
De nuevo, al dejar atrás las avenidas del centro, cruzando Herbert Chitepo Street, me asaltó el olor de África, ese impreciso aroma de flores y de estiércol. era de nuevo el África esencial, como el River Road de Nairobi o el Trechville de Abiyán.(...)"
Las mejores historias de viajeros son aquellas que te impulsan a coger un hatillo, una mochila o un fardo de ropa y te impulsan a seguir un camino desconocido. Los libros de Javier Reverte precisamente te lanzan de esa forma, y teniendo próximo el viaje de la señorita lunes, un viaje que puede ser el inicio de algo todavía indefinido, me he decidido a poner un post sobre "Vagabundo en África", libro archiconocido pero absolutamente necesario para todo viajero que se precie de tal. Javier Reverte siempre ha defendido la condición de vagabundo, "el que vaga solo, mundo adelante, quizá con una meta final, pero abierto a las sorpresas, al capricho o a lo que otros propongan. Quedarse en casa es un poco triste. Huir no está mal, es también una forma de construirse".
Esta es una historia para los que alguna vez en su vida han necesitado verse reflejados en unos ojos extraños, cogidos de una mano fría, tendidos junto a mares nuevos. Para quien prefiere la angustia de lo desconocido a la certidumbre de la jaula de barrotes de oro. Para quien se arriesga a perderlo todo porque sabe que nada tiene hasta que salga a buscarlo. Para los que un día metieron su ropa, sus libros y sus sueños en una maleta para salir a perseguirlos. Para quien sintió los poros de su mente abrirse de par en par, como las puertas de una casa imaginaria, como las olas del mar, como “esa” sonrisa especial. Esta es una historia para los rebeldes consigo mismos, para los inestables crónicos, para los emprendedores emocionales.
Para los que no temen viajar sin brújula y siguen sólo el mapa de sus fantasías. Para los que tienen como religión sus propios mandamientos y rezan tumbados, mirando a la Luna. Para quien podría construir una barca con cuatro troncos de madera firme, un pedazo del cordel que le ate a sus sueños y una vela hecha de su propia camiseta. Para los que se van con un cuaderno en blanco, una pluma sin recambio, su libro preferido. Para los que sentirán siempre, allá donde estén, la magia que ellos mismos sabrán encontrar a cada paso en azules o negros ajenos, en manos que se tienden, en pasos que se dan bailando.
Y estas líneas pueden ser el principio de su historia, la de mi amiga, la de una persona especial que aún no sabe que lo es pero que tal vez lo averigüe pronto. Esta es mi historia. Esta es tu historia.
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