He vuelto de Irlanda, precioso lugar bañado de verdes y grises, de violines y gaitas que dulcifican las tardes color de piedra. Se me ha pegado la múrria al cuerpo y la morriña al alma.
Llegué triste al aeropuerto y hoy me lloran hasta las uñas cuando me rasco la piel para arrancarme el precio de ser como soy. Me duelen los huesos y las pupilas, me duele el cuello, el vientre vacío, el corazón que no sabe por qué todo termina y empieza mil veces.
Me canso de los comienzos y me aterran los finales, aunque mi vida está llena de fines y de principios. No se por qué todo termina: los viajes, el amor, un buen libro, la vida…
No hay comentarios:
Publicar un comentario